Invierno en el parque nacional del Cañón Bryce, Utah, EE.UU.
© Don Paulson/Danita Delimon
El cañón de las hadas
Con esos colores, el cañón Bryce parece un lugar mágico. Y quizá lo sea, ya que algunas tribus nativas del sur de Utah lo consideran sagrado. Pero ni es un cañón ni hay verdaderas hadas en su interior. En realidad, se trata de un anfiteatro natural que se ha formado por la erosión del agua, el hielo y el viento a lo largo de millones de años.
Como resultado de ese proceso han aparecido los pináculos rojizos que puedes ver en la imagen y que los expertos llaman chimeneas de hadas, ya que se sostienen como por arte de magia. Aunque hay una explicación científica. Son columnas de arenisca sedimentaria coronadas por un estrato de roca mucho más resistente que compacta el conjunto y lo protege de la erosión. Al menos, a corto plazo en términos geológicos, ya que algún día se derrumbarán debido a su propia naturaleza. Pero antes de que eso ocurra pueden pasar miles de años.
Las chimeneas de hadas existen en todo el planeta. En España, por ejemplo, las podemos ver en las Bardenas Reales de Navarra, donde se conocen como cabezos. Aunque en pocos sitios del mundo encontrarás una concentración tan asombrosa como en el parque nacional de Bryce Canyon. Que, por cierto, recibe ese nombre en honor al primer pionero mormón que se asentó en este inhóspito pero cautivador paraje en el siglo XIX.