Antiguo convento de Nuestra Señora de los Ángeles, en las Hoces del Duratón, Segovia
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La ruta de los ermitaños
Dicen que Juan Martín “el Empecinado” se escondía en este desfiladero con sus tropas cada vez que asestaba un golpe al ejército napoleónico en la provincia de Segovia durante la Guerra de Independencia. Y seguramente sea cierto, ya que no hay un lugar mejor para desaparecer… si eso es lo que buscas. Estamos en las Hoces del Duratón, un imponente cañón de caliza rodeado de páramos que comenzó a formarse hace millones de años por la erosión del río que lo atraviesa. Y que se extiende a lo largo de 27 kilómetros, encajonado entre paredes verticales que en algunos puntos alcanzan los 100 metros de altura.
En el interior de los acantilados hay cuevas con pinturas rupestres que fueron lugares de culto en la Edad de Bronce. Y una oscura gruta visigoda excavada en la roca que se considera el primer templo cristiano de toda la región. Sobre uno de los meandros que recorta el río se yergue también una emita románica del siglo XII. Y a pocos kilómetros de ella están las ruinas del antiguo convento franciscano que aparecen en nuestra imagen, y que se encuentran completamente aisladas por el agua y los cortantes que se elevan a su espalda.
Evidentemente, no necesitas ser un eremita para disfrutar de este lugar. Aunque seguramente pases horas caminando solo, con la única compañía de los buitres leonados dando vueltas incansablemente sobre tu cabeza. Porque, sea o no una coincidencia, en este paraje anida una de las mayores colonias que existen de esa especie en toda Europa, con más de 600 parejas censadas.