Atarceder en la costa de Barrika, Vizcaya
© Mikel Bilbao/agefotostoc
Afiladas como cuchillos. Afilada como un cuchillo
Así es la costa de Barrika; afilada como un cuchillo. Eso que ves en nuestra imagen de hoy es lo que los geólogos llaman una rasa mareal, una plataforma erosionada de rocas puntiagudas situada bajo el nivel del mar, que aflora a la superficie cuando la marea baja. Y que es, en realidad, la base de un acantilado que en algún momento y debido a la fuerza de las olas se derrumbó parcialmente, retrocediendo los mismos metros que ocupa la rasa resultante.
Pues bien, la costa de Barrika está repleta de ellas y, por tanto, también de acantilados que se precipitan sobre un pedazo extraordinariamente bello del Cantábrico a lo largo de seis kilómetros. La historia de Barrika es fascinante. Se calcula que este lugar ha estado poblado desde el periodo asturiense, aunque el primer asentamiento oficial del que hay datos concretos se remonta al año 496, lo que lo convierte en uno de los más antiguos de toda la región. Más tarde se transformó en un pueblo ballenero. Y hoy en día es un área residencial para bilbaínos que han decidido salir de la ciudad.
También es una de las mecas del surf vasco, sobre todo por la playa de Meñakoz, una extensa franja de tierra que se abre frontalmente al mar. Y donde rompen con fuerza olas de hasta seis metros de alto con secciones tubulares. Aunque no son para principiantes, ya que las afiladas rasas de las que hablábamos al principio no se ven con la marea alta, pero están ahí abajo.