Atardecer en el valle de Ordesa y la faja de Pelay, Huesca, Aragón
© Inigo Cia/Getty Image
Perdidos en el Pirineo
Lo que hoy te mostramos en la foto es el valle de Ordesa, un lugar mágico en el Pirineo oscense que hace sólo 200 años aún estaba por descubrir. Al menos para el común de los mortales, ya que por aquel entonces se sabe que era una ruta transitada sólo por pastores, cazadores y también contrabandistas que operaban entre Francia y España.
Forma parte del parque nacional de Ordesa y Monte Perdido, el segundo más antiguo del país por detrás del de Covadonga. Se creó tal día como este en 1918 gracias, en parte, a los esfuerzos del marqués de Villaviciosa, el padre de los parques nacionales españoles. Y decimos en parte, porque varios años antes un grupo de montañistas ya se había movilizado para establecer una reserva natural con el objetivo de proteger la fauna autóctona, y más concretamente al bucardo, que terminó por extinguirse hace 20 años debido a la caza indiscriminada.
El bucardo era una especie pirenaica de cabra montesa que se extendía por los montes del País Vasco, Navarra, Huesca y Lérida. Y que podía verse sobre todo en los alrededores del Monte Perdido, el pico más emblemático de la zona de la que hoy te hablamos. Su cumbre se eleva hasta los 3.355 metros en el macizo calcáreo más alto que existe en Europa. Y la primera vez que se escaló fue en 1802. Aquella expedición la comandaba el barón de Carbonnières, un aristócrata francés apasionado de la montaña que exploró de norte a sur y de este a oeste los Pirineos. Aunque no fue él el primero que consiguió hacer cumbre, sino tres de sus guías, que lograron hollar la cima cuatro días antes mientras exploraban la ruta de ascenso, entre ellos un pastor español del valle de Pineta.