Río Yukón visto desde el mirador Midnight Dome, en Dawson City, Canadá
© Robert Postma/Getty Images
La fiebre del oro
El 16 de agosto de 1896, la vida cambió repentinamente para dos buscadores de oro que encontraron un enorme filón en el que más tarde se conocería como el río Bonanza. Se llamaban Skookum Jim Mason (también conocido como Keish) y George Carmack. Y con su hallazgo transformaron la región de Klondike, en la frontera de Canadá con Alaska, y desataron la fiebre del oro en toda Norteamérica. Aunque debido a la lejanía del lugar, casi nadie se enteraría de lo que había ocurrido hasta once meses más tarde, el tiempo que tardaron los barcos de vapor Excelsior y Portland en llegar al puerto de Seattle con un cargamento a bordo que hoy alcanzaría un valor de mil millones de dólares.
Las noticias, entonces sí, corrieron como la pólvora por todo Estados Unidos y Canadá. Ambos países se encontraban sumergidos en una prolongada depresión económica, así que miles de personas decidieron hacer las maletas y probar suerte en Klondike. En cuestión de meses, 100.000 trabajadores dejaron sus empleos con la esperanza de hacerse ricos en poco tiempo, incluyendo al alcalde de Seattle. Pero el viaje era extremadamente duro. Y de los que partieron sólo la mitad llegó a su destino.
Los que lo consiguieron convirtieron Dawson City en la segunda mayor ciudad de Canadá. Y también en la más cara y más corrupta. Los huevos llegaron a costar 3 dólares la pieza (el equivalente a 81 dólares hoy en día) y la sal valía literalmente su peso en oro. Se cuenta que en los salones, casinos y burdeles de la ciudad se podía obtener un sueldo más que aceptable simplemente barriendo el polvo del suelo y extrayendo después el oro que se había derramado. Hoy en día Dawson City apenas tiene 1.400 habitantes y es la segunda ciudad de una región poco poblada.