Trabajadores limpiando la esfera del Big Ben de Londres, Reino Unido
© Reuter
Entramos en el horario de invierno. Entramos en el horario de invierno
Qué nadie lo olvide, hoy entramos en el horario de invierno. Lo que se pretende retrasando una hora los relojes, igual que adelantándola en verano, es aprovechar mejor la luz natural y de paso ahorrar algo de energía. Aunque hay muchas voces en contra. En primer lugar, porque el ahorro de energía es marginal y no representa más del 2,5%. Y además, cada vez que atrasamos o adelantamos el reloj sometemos a nuestro cuerpo a algo parecido a un jetlag que nos impide dormir bien durante los días posteriores, concentrarnos e incluso nos desorienta. Y cuanto mayores seamos, más lo notaremos.
A todo ello hay que sumarle que España no parece estar en el huso horario que le corresponde por su posición en el mapa, ya que desde la Segunda Guerra Mundial tomamos como referencia la hora central europea que se aplica en Berlín, en lugar de la hora occidental europea que corresponde a Londres y que viene determinada por el meridiano de Greenwich, el mismo que pasa por Aragón. Esto implica que vivimos con una hora de adelanto al sol en invierno y con dos en verano. Y también podría explicar, al menos parcialmente, por qué comemos tan tarde.