Garza estriada sobre un nenúfar Victoria, Pantanal, Brasil
© Gerald Corsi/Getty Image
Navegando en solitario. Garza estriada sobre un nenúfar Victoria, Pantanal, Brasil
En pleno Pantanal brasileño, uno de los mayores santuarios de biodiversidad del planeta, se vive una escena tan insólita como hermosa: una garza estriada se posa sobre un nenúfar Victoria, cuyas hojas circulares pueden superar los tres metros de diámetro y sostener hasta 40 kilogramos sin hundirse. Pequeña pero ingeniosa, la garza aprovecha esta hoja flotante como atalaya para cazar. Desde allí, inmóvil y camuflada entre verdes y grises, espera el momento perfecto para lanzar su ataque.
Aunque en España no existen nenúfares de ese tamaño, nuestros humedales —como las Tablas de Daimiel, el delta del Ebro o Doñana— también son refugio de aves acuáticas. Garzas reales, espátulas o martinetes despliegan allí estrategias igual de sorprendentes, adaptadas a su entorno.
Este tipo de escenas nos recuerdan que la naturaleza es pura creatividad: en cada rincón del planeta, la vida encuentra formas únicas de convivir y sobrevivir. Porque a veces, una hoja flotante puede ser el mejor escenario para contar una historia salvaje.
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