Las estatuas decapitadas del monte Nemrut, cerca de Adiyaman, Turquía
© Peerakit JIrachetthakun/Getty Image
La montaña de los dioses decapitados
Hace mucho tiempo que el monte Nemrut no es un lugar de culto. Aunque lo fue en tiempos de Antíoco I, un rey de la dinastía Oróntida que gobernó en el este de lo que hoy es Turquía entre los años 70 antes de Cristo y 31 de nuestra era. Se hacía llamar el Dios de Comagene. Y como tal edificó el monumento que hoy te mostramos en la imagen, que es en realidad un túmulo funerario donde los expertos creen que se oculta la tumba del monarca.
Para presidir el complejo, Antíoco ordenó levantar una estatua suya de casi nueve metros de altura, flanqueada por otras cuatro de las mismas dimensiones que retrataban a otros tantos dioses griegos, persas y armenios. Pensando que de esa manera podría perpetuarse en un olimpo hecho a medida gracias a una religión que él mismo había diseñado. Aunque se equivocaba, ya que tiempo después de su muerte los bustos fueron decapitados y las cabezas reposan todavía hoy en el suelo separadas de sus cuerpos.
Nadie las volvió a colocar en su sitio porque ensamblarlas de nuevo significaría eliminar un episodio histórico que representa el declive de aquella época. Pero eso no quiere decir que el complejo no tenga un valor arqueológico incalculable. De hecho, la cima del Nemrut, situada a más de 2.000 metros de altura, forma parte del Patrimonio de la Humanidad protegido por la UNESCO y el túmulo de Antíoco sigue siendo objeto de estudio.